Ante este muro infranqueable, un creciente número de profesores opta por tirar la toalla y renuncia a ejercer una labor educativa que dan perdida de antemano. Se encuentran presos de un sistema educativo en el que todo conspira contra la posibilidad de mantener el orden, la disciplina y el necesario ambiente de trabajo intelectual "basado en el esencial aprendizaje de que el esfuerzo tiene su recompensa". .
A ello se une la falta de apoyo social a los profesores dentro de los centros. Y la puntilla la ejercen los padres, que desertan masivamente de las tareas educativas y "viven" más en sus lugares de rabajo que en sus hogares. "La falta de consideración social y de respeto por la profesión del educador explica que cada vez sea más habitual entre el profesorado la aparición de cuadros psicosomáticos de estrés, depresión o ansiedad"
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